6 nov 2011

ENTREVISTA A GUTIÉRREZ SOLÍS EN DIARIO LA RAZÓN


El autor cordobés presenta en su última obra, «Escritores», una divertida y crítica sucesión de relatos sobre personajes y ambientes del mundo literario español

Salvador Gutiérrez Solís / Escritor: «Hoy "escritor" es una palabra excesivamente generosa, como "periodista"»

La  literatura no es un río que permanece caudaloso eternamente»
5 Noviembre 11 - - P. R.
– Se escribe desde el personaje que resulta ser cada escritor. En el mercadeo literario ¿cotiza más la telegenia, la apostura o colocar las tildes en su sitio? 
–Lo que podríamos definir como «mundo literario» lo dividiría en tres capas o ámbitos: la «soledad del escritor», responsable de su propia creación; el «ambiente literario», que se centraliza en la relación del autor con los lectores y otros autores y, por último, el «negocio literario». Teniendo todo esto en cuenta, lo ideal sería un autor que se manejara con soltura en los tres ámbitos. Puestos a elegir, en mi caso particular, me decanto por la soledad del escritor. Un autor vale o pesa lo que vale o pesa su obra.

–Dice una voz gaditana: «En Andalucía los libros sirven, mayormente, para calzar roperos». Atendiendo a los índices de lectura y consumo literario, ¿sobran escritores o faltan lectores? 
–Siempre faltan lectores, aunque nuestros índices de lectores fueran altos. Si además de lectores, crecen los compradores, maravilloso, cuantos más mejor, bienvenidos todos. De la misma manera que siempre sobrarán escritores. Sobre todo porque hoy «escritor» es una palabra excesivamente generosa, tal y como sucede, por ejemplo, con la palabra «periodista». Que en una portada aparezca tu nombre o que tomes parte en un medio de comunicación no significa, necesariamente, que estés incluido en alguno de los dos sectores.

–Gore Vidal recomendaba escribir aunque fuera una nota de suicidio. ¿Cuáles son los oscuros motivos que le llevan a insistir desde temprana edad?
–La reflexión de Gore Vidal te traslada al concepto de la literatura como elemento informativo. Parto de ahí, de la necesidad de contar historias, y contarlas a través de mis propias emociones. Indiscutiblemente, la mayoría de los autores surgimos por imitación, por querer ser como tal o cual escritor que nos ha emocionado. Comencé a escribir por admiración y hoy lo hago por satisfacción.

–En su galería de retratos aborda al escritor a sueldo, al «ghost writer» anglosajón que se ve abocado a la retirada. ¿Los escritores se jubilan? Rimbaud se retiró y se hizo traficante de armas.
–Un buen amigo, el escritor y crítico Vicente Luis Mora, mantiene una teoría que suscribo al cien por cien: los escritores nunca nos retiramos. No sucede como en la inmensa mayoría de las profesiones. Y la literatura como expresión vital, casi orgánica, no es un río que permanece caudaloso eternamente. Puede tener un curso guadianesco, y desaparecer durante un tiempo, incluso para siempre. Yo sé lo que es el Guadiana, y por tanto no descarto el desierto.

–Del citado escritor mercenario dice que se presenta a concursos, unas veces escribiendo a lo Cortázar, otras a lo Muñoz Molina y algunas a lo Almudena Grandes, «lo cual le costó lo suyo». ¿Tan difícil es escribir como Grandes? 
–Eso habría que preguntárselo a Almudena Grandes. En cualquier caso, la mayor dificultad ante la que se encuentra un autor es la de dotar a su obra de un ADN único e irrepetible que lo diferencie y distinga del resto. Este escritor a sueldo es una metáfora de ese proceso constructivo por el que pasamos todos los autores.

–Hay escritores, pongamos Lampedusa, de un solo libro y gloria inextinguible. ¿Cree que éste sería el sueño perfecto de muchos que aspiran al éxito literario de hipermercado en Carrefour, antes Pryca? 
–Si pensamos en las grandes glorias de la creación, da igual la disciplina, muchos de aquellos que definimos como «sublimes» o «históricos» los recordamos por una sola obra, con suerte por dos. Es una dulce tragedia que sólo disfrutan unos pocos elegidos. Los libreros se enfadan cuando lo digo, pero aún así me atrevo de nuevo: me encanta contemplar las pilas de libros en los hipermercados, porque traslada la literatura a los hechos más naturales y convencionales de nuestras vidas.

–Además de una alucinación, ¿qué es la gloria literaria? 
–La gloria literaria debe ser algo muy parecido a un amor que se prolonga en el tiempo, un amor de juventud que conservas en la recta final de tu vida. Sentirte escritor y serlo después de cinco mil folios escritos. Sentir el cosquilleo de una nueva historia, querer contar una nueva historia, asomarte a la pantalla con nerviosismo y deseo.

–Desmenucemos algunos de sus centellantes relatos: El Poeta Maldito. ¿Cuál es la condición necesaria para ser un maldito y disfrutarlo? 
–Lo de ser un maldito debe ser algo extremadamente aburrido y por tanto debe disfrutarse muy poco. Sobre todo porque el malditismo forma parte de una pose, y hay que ser maldito a todas horas, escogiendo una camisa, en la forma de fumar, escuchando música, todo tiene que tener
ese punto maldito.

–Agencia literaria. En el mundo de los agentes, ellos son agentes secretos y ellas, según se asegura en «Escritores», agentes literarias. La literatura está gobernada por cazatalentos femeninos. ¿Para ser escritor es imprescindible una agente puntera? 
–No es imprescindible, pero sí es aconsejable. Regresemos a la pregunta en la que citaba esos tres ámbitos en los que se mueve el escritor. En mi caso particular, y aunque esta cansina crisis nos haya convertido a todos en unos especialistas económicos, no tengo ni idea de cómo funciona el negocio.

–En «El Torero Escritor» juega al equívoco vocacional: un tipo dotado para la literatura que, sin embargo, quiere ser torero. Haciendo reversible su planteamiento, ¿cree que alguien, con un talento excepcional,  puede convertirse en escritor contra su voluntad y queriendo ser otra cosa? 
–Todos nosotros contamos con el talento o el don de realizar algo, lo que sea, de forma extraordinaria, casi única. Puede que mi vecino del cuarto piso cuente con las características y habilidades precisas para ser un  buen gran criador de orquídeas... pero nunca lo ha intentado. Sucede algo muy parecido, a la inversa, con las alergias: todos somos alérgicos, pero si no entramos en contacto con el emisor que activa nuestra alergia nunca lo descubriremos.

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